La comunidad educativa del Colegio San Gabriel Arcángel ha sufrido una pérdida irreparable. Alfredo Robles Vásquez: el docente, el amigo, el colega. El “tío Alfredo” emprendió su viaje a la Casa del Padre tras dar una batalla heroica contra el cáncer que lo afectó por casi dos años.
Acompañado de su familia y amigos más cercanos, durante la tarde del pasado viernes 3 de junio nuestro querido Alfredo tomó la mano de nuestro Señor Jesucristo y caminó hacia la luz, al encuentro del Padre Celestial. Su partida congregó a colaboradores y familias de nuestra Fundación, quienes lo despidieron en la Parroquia Sagrada Familia el pasado domingo 5 de junio.
SanGabrielino de corazón
Antes de entregar su talento a la informática, Alfredo primero fue paramédico y estuvo un par de años prestando servicio en el hospital. Luego entró a estudiar Geomensura: fue ahí donde conoció los computadores, reconoció su vocación y entró a estudiar a la universidad para egresar con el título de Profesor especialista en Computación. Así fue como se dedicó de lleno a la informática y a la educación.
En 1997, hace ya 25 años, nuestro querido Alfredo arribó al colegio San Gabriel Arcángel con la misión de fundar el departamento de informática, inexistente hasta ese entonces. A partir de ese momento perpetuó su pasión en los talleres y laboratorios, invitando a sus colegas y estudiantes a maravillarse con la computación y la tecnología.
Siempre preocupado de estar a la vanguardia y de ir aprendiendo de las diferentes novedades en el área, fue el impulsor de que todos los colegios de la Fundación tuvieran sus respectivas páginas web y canales de comunicación modernizados. Pero su gusto por desarrollar plataformas fue más allá, creando la página del Patrimonio de Los Ángeles e impulsando medios de comunicación locales como Bionoticias.cl, Radiovioleta.cl y página Regina Coelli, de la Diócesis Santa María de Los Ángeles. O mostrando su talento en la restauración de imágenes.
Quienes lo conocieron lo describen como una persona sencilla, generosa, honesta. Siempre dispuesto a ayudar al que lo necesitaba. Su compromiso con el colegio fue total, con un sentido de pertenencia admirable. Colegas y amigos destacan su gran paciencia y vocación para enseñar a niños y adultos, con una voluntad de oro para colaborar, aunque estuviera saturado de trabajo. Su defecto: decir que sí a todo. Él era feliz de poder ayudar en lo que le pidieran.
Un hombre excepcional
El “tío Alfredo” fue un hombre gentil. Caballero, amable y respetuoso, dueño de un corazón inmensamente generoso. Una persona llena de amor, siempre dispuesto a entregar apoyo y consuelo a quien necesitara contención. Con esa misma sencillez, generosidad y amor enseño a niños y niñas, a quienes cariñosamente llamaba “caballeros y señoritas”.
Con su humor particular, donde se abrazaban la dulzura con la sonrisa sana e inocente, volvió locos a los más pequeños que trataban de encontrar al pollito que escondía en sus silbidos.
Amante de su familia, estuvo casado con su esposa Antonieta por más de 30 años. Su gran orgullo eran sus hijos, la mirada le brillaba al referirse a Alfredito y Alejandrito. Su amor también alcanzó para sus gatos y su perrita Luna, que era su adoración.
Testimonio de Vida
Marcado por una infancia con adversidades y dolores, principalmente por la partida temprana de su madre a su corta edad, Alfredo vivió momentos duros siendo pequeño. Sin embargo, con la ayuda de Dios logró sobreponerse y vivir la vida que construyó feliz junto a su familia.
Pero la vida puso una nueva prueba en su camino, la que enfrentó estoicamente durante estos últimos dos años. Tras concluir su tratamiento y ser dado de alta en septiembre de 2021, por el milagro de su recuperación al enfrentar un agresivo cáncer al páncreas, volvió a retomar sus labores hasta diciembre del año pasado. Seguramente fue la oportunidad que le dio la vida para poder reencontrarse con sus colegas y empezar el camino de despedida para ir al encuentro de Dios.
Su enfermedad no lo hizo dudar. Se aferró fuertemente a nuestro Padre Celestial para dar la pelea y, finalmente, aceptar lo que venía. Sin embargo, la luz del “tío Alfredo” se apagó el viernes 5, emprendiendo un vuelo en paz.
Alfredo marcó una huella indeleble en las vidas de todos quienes lo conocieron, dejando un gran vacío en su familia y en toda la comunidad del Colegio San Gabriel Arcángel. Que su alma sea recibida en la gracia de Dios Padre y en los brazos amorosos de nuestra Santa Madre.
